Eros y polis: dos nombres griegos para cuestiones que, sin duda, exceden largamente lo griego. Lo erótico y lo político, lo amoroso y lo comunitario, son términos que a lo largo de la historia han entablado relaciones diversas. Contraponiéndose a veces, confluyendo otras, el tono y el carácter que esa relación adopte definirán el destino de una cultura. Así lo entiende Diana Sperling, y así cree leerlo en Spinoza, pensador fundamental y secreto. Seguir la huella spinoziana despojar su pensamiento de los perjuicios con que la tradición filosófica occidental se le ha aproximado, tanto como de los ropajes que el mismo Spinoza arroja sobre sus textos para ocultar la escritura que yace detrás. Y la brújula que Sperling encuentra para desandar el camino es la definición spinoziana de deseo, noción de fecundidad inexplorada y consecuencias múltiples. A partir de allí, las dos grandes tradiciones que confluyen en Occidente, la griega y la judía, revelan su trama más íntima, su mutua extrañeza y, a la vez, su ineludible copetenencia. Spinoza, pensador de la intersección, hombre de dos mundos, abre la vía para pensar lo aún no pensado por la modernidad, lo que yace abandonado y a la espera. Seguir la huella spinoziana despojar su pensamiento de los perjuicios con que la tradición filosófica occidental se le ha aproximado, tanto como de los ropajes que el mismo Spinoza arroja sobre sus textos para ocultar la escritura que yace detrás. Y la brújula que Sperling encuentra para desandar el camino es la definición spinoziana de deseo, noción de fecundidad inexplorada y consecuencias múltiples. A partir de allí, las dos grandes tradiciones que confluyen en Occidente, la griega y la judía, revelan su trama más íntima, su mutua extrañeza y, a la vez, su ineludible copetenencia. Spinoza, pensador de la intersección, hombre de dos mundos, abre la vía para pensar lo aún no pensado por la modernidad, lo que yace abandonado y a la espera.